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Bienvenidos, niños y niñas del nuevo eón que os aventurais en un viaje por la mente y el universo de la Gran Bestia y la luna de Oonderon... El delirio del deleite de Do Su Ne.
Sentiros libres de dejar hueya en los comentarios ^^
Do Su Ne
93 93/93

martes, 20 de mayo de 2008

Sesenta y dos horas juntos

¡Saludos amantes de lo extrañamente cotidiano xD! Hoy, un dia especial, no cómo otro cualquiera, he llegado de barcelona. (Realmente por la mañana xD).
Y sin más dilación, ni la menor explicación, hay va el post de hoy:


Sesenta y dos horas juntos


15 de mayo de 2008,
el peso sobre mi cuerpo no me detiene,
ilusión y calmada confiaza
paciencia...
nueve horas de camino.

Llevo una rosa para ella,
pues no encontre camelia alguna,
y un corazón henchido
y ofrendado...

16 de mayo de 2008,
dí adiós a la Medianoche, Daniel,
al verla, nació el Amanecer,
se acerca a mí como una estrella
naciendo al nuevo dia, Eulalia, en mi vida

ante mí, la bella sonrisa del amor,
en mis brazos su cálida presencia,
me mira... ilumina, mi corazón arde...
sesenta y dos horas por delante... juntos

Lo celebramos bebiendo cerveza,
el mágico sabor del primer bocado,
entre risas, y besos lo endulza,
caricias, bromas, cogernos de la mano...

Nos fundimos en abrazos,
dos voces dicen te amo,
una voz, un corazón...
¡Ningun@!

El tiempo juguetea dichoso,
entre risas saltarinas y bromas,
te empujo y te beso fuerte,
la pared se estremece...

Mira, un Ovni...
¿Dónde?
Faltan sentidos para poder
expresar, el resto...

El maravilloso y extasiante sabor del sake,
con el que compartimos el vaso,
nunca el sake me supo tan rico,
cómo en la compañia de vuestras risas.

Queda pendiente un bocadillo de oreja.
Y un trasplante de trasero,
yo no digo nada...
sólo me rio.

16 de mayo,
mi corazón arde,
mis sentidos se expanden,
hermosa ciudad, brillante estrella que viaja conmigo.

Gracias, por este dia.
Y su noche,
a tu lado,
brindamos con vino por nosotros

17 de mayo de 2008
amanezco bebiendo de sus besos,
ella me quita el frío entre sueños,
dulce despertar a su lado,
nuestros cuerpos danzan enajenados.

Caminamos de la mano,
las risas y las bromas florecen,
las paredes se estremecen,
parecen inertes e insensibles.

Más se estremecen,
y tus besos me enloquecen,
en mis labios, en mis venas,
mis manos acarician tus sonrisas.

Mi chica, mi novia,
come conmigo,
la adoro, la amo
y haciendola feliz yo me deshago.

Los secretos fluyen libres,
nos apoyamos, nos damos fuerzas,
paciencia... "un madrileño me persigue"
"llevo desde ayer persiguiendo a una catalana..."

Más vino, cerveza,
Las guitarras truenan,
El concierto de Adamantium...
"Pegamé más fuerte"

Somos buena gente...
un poco alcoholicos...

Ella enloquece bajo la tortura de mis manos,
mi ser se retuerce con ella...
por la noche se torna,
en mi prostituta sagrada, babilonia.

Y me ama cómo ninguna,
su pelo rojo brilla con sus ojos, su mirada,
el sabor de su cuerpo,
el dulce olor de su sexo...

Esto es fántastico,
te amo.

18 de mayo de 2008
Volver a despertar juntos
amarnos y confundirnos,
tu placer desemboca, como un rio
en el oceano de mi boca... La serpiente menor enloquece.

Este día será recordado,
poderoso y ansiado orgasmo,
quiero hacerte el amor, Eulalia,
a cada segundo lo hago, con cada acción.

Me llevaste a tu arbol,
caminaba a oscuras por un paraje para mí desconocido,
cogido de sus manos, ojos cerrados,
confianza... pronto llegamos.

Tube el privilegio de abrazar tu arbol,
le dediqué un humilde ejercicio de chikung,
y cuando inspiraba con la limpieza, sus hojas
bailaban al compás del viento.

Tu arbol vió mi corazón
al descubierto
y enseguida supo quién soy...
nos besamos bajo su protección.

Le dije a tu arbol que te quiero,
Tu le dijiste a tu arbol que me quieres,
¿Existe algo más bonito que eso,
y que besarte bajo su cobijo?

Comemos juntos,
muslo y pan, jua jua.
Pérdamonos por Barcelona,
saludemos en la Rambla a Jack...

Esto es halloween...
Esto es halloween...

Somo buena gente,
un poco friquis...

Falta poco para que me vaya,
voy a hacerte gritar de placer,
quiero oirte gritar,
nos perdemos en la intimidad...

Lali, con la boca llena no se habla.
"Tú come y calla"
Jamás me había reido tanto,
haciendo el amor.

Maravilloso,
Fántastico...

Haciendo el amor ella me dijo,
Love is the law, love under will.
Nadie me dijo jamás algo más bonito,
la amo... pero no me cabe en las palabras ese amor.

Prolonga tu rapto, deja que el placer se extienda
frenética, enajenada, oirla llegar al orgasmo...
Realmente ella hizo gritar a la Gran Bestia,
que rugido y alarido de puro éxtasis...

Los cimientos temblaron,
un universo fue destruido,
¿cuántas paredes se estremecieron?
Mira, un ovni...

Soy tu jebi,
Tu bajista,
Tu madrileño,
tu gato...

Tu mi goticucha,
sensual voz de camionera,
mi catalana,
mi agarrati...

Cenemos juntos antes de que me vaya,
compartamos un bocata y unas patatas,
cocacola,
la gente que nos vea pensará que somos una pareja adorable.

Un tren entre tu y yo,
gritos de alegría,
¡Esté es mi hombre!
¡Está es mi mujer!
(me emocionaste...
los últimos besos,
unas lágrimas se me escapan... disimulo.
Nuestros últimos abrazos...
Retorno a mi casa...)

19 de mayo de 2008
Despertar sin ti a mi lado,
es cómo despertar a medias.
Hace frio en madrid,
pero mi corazón arde por mi Reina...

Eulalia...

El cercanías me recuerda a ti,
de vuelta a casa revivo tus besos...

19 de mayo de 2008
Tan lejos en la distancia
y tan cerca en el corazón...
paciencia,
nos veremos pronto...

Sesenta y dos horas juntos...

Y aún me duele la garganta...

Te amo mi Reina, Eulalia.



Daniel.

domingo, 2 de marzo de 2008

Desde la Luna de Oonderon III : El cuento del ermitaño y el cerdo

93! y bienvenidos de nuevo a este pequeño espacio... Hoy voy a retomar la historia de la Luna de Oonderon pero no por donde estaba. Antes, habeis de conocer lo que tubo lugar al norte, en el punto más extremo del norte de la luna de Oonderon, en el cual había una enorme montaña.

En esta montaña, escondida entre sus escarpadas paredes, se encontraba una pequeña cabaña fabricada a partir de una sólida madera vieja, que impresionaría al viajero si alguien tubiera la insensatez de aparecer por ahí. Y ciertamente su tono marrón oscuro desprende un opaco destello de respeto rodeado de tan grises y rocaceas paredes.

Tan sólo unos pocos matojos, algunos tortuosos caminos hacían compañía a aquella tan inesperada construcción. Dentro de ella vivía un hombre, del que dirías que es anciano cuando lo vieras, pues sus cabellos y su barba son largas y blancas como la nieve. Sus ojos, cubiertos con dos frondosas cejas blancas, reflejaban una mirada profunda como un abismo, penetrable y despierta. La mirada de alguién que, sin duda, había vivido mucho tiempo.

Pero es observando su hacer diario cuando dirías que es un adulto, se levanta antes de que salga el sol, y hasta que amananece le espera meditando en silencio. Realmente, este anciano lleva años sin decir una palabra, no tiene necesidad de hablar con nadie y se mantiene en silencio. Cuando sale el sol, el anciano parte por los tortuosos caminos de la montaña, hasta llegar una cueva, cercana si sabes bien el camino, en la que habitan tres cabras. El anciano Ermitaño a menudo les lleva matojos y otros vegetales que encuentra por la montaña, y las cabras agradecidas le proporcionan su leche. Sólo recoge la cantidad que necesita para hacerse unos quesos que le durarán varios dias.
Así que volvía a su cabaña y sosegadamente empezaba a preparar la leche para fermentarla y hacer queso. Cuando todo estaba preparado, se dirigía a la parte de atrás, tomaba su hacha y retornaba a los tortuosos caminos que eran su morada, y en silencio, pues no tenía necesidad de hablar, cortaba de los árboles escasos, la madera que necesitaba, no más. Y así con una veintena de trozos de madera atados con una cuerda regresaba a su cabaña, y en ella usaba las maderas para hacer fuego y calentarse y poder alimentarse. Pasaba otra buena parte de la tarde meditando en silencio. Toda la montaña parecía unirse a su meditación durante esas horas vespertinas, pues no existía un ser en toda la montaña que osara perturbar con sonido alguno aquella meditación. Antes de que el crepúsculo llegara, el anciano Ermitaño se adentraba en la montaña hasta el nacimiento de un riachuelo. Se aseaba con la gélida agua recién nacida sin emitir ningún quejido, mantenía su silencio y sólo usaba el agua que necesitaba para lavarse.

Una vez se había aseado regresaba a su cabaña según caía el crepúsculo. Y tras pasarse un par de horas observando las estrellas el hermitaño se acostaba, hasta que empezara un nuevo día.

Esto era lo que te hacía pensar que era un adulto, pues se levantaba temprano, realizaba tareas de forma diaría y continuada, y sobretodo que carecía de bastón, incluso para andar por tan peligrosos caminos.

Sin embargo, aquellos pocos que lo conocieron alguna vez, dijeron que parecía ser un niño. Se cuenta que un día, el anciano Ermitaño rompió su rutina y tomó el camino descendente de la montaña, en cuya falda había un pueblo pequeño. La distancia entre la cabaña y el pueblo es muy notable. Ciertamente una persona normal tardaría muchas horas en llegar. En no más de tres horas, sin embargo, el anciano Ermitaño entró en el pueblo. Era medía tarde y el sol ardía en lo alto, presidiendo un día con un clima estúpendo, ligeramente caluroso, pero con la fría brisa de la montaña daba una sensación de frio y calor al mismo tiempo. Y así era.

El anciano Ermitaño llevó consigo unos pocos quesos que había hecho anteriormente con la intención de cambiarlos en el pueblo por arroz y vino. El anciano sabía que en ese pueblecito cultibaban arroz y amplias vides repletas de brillantes y sabrosas uvas, con las que hacía un vino distinguidamente embriagador. Al contrario que la zona de la cabaña del Ermitaño, que era alta en la montaña y allí la vida es muy escasa y dificultosa, la falda de la montaña, en la que se encontraba el pueblecito, se extendía como un extenso campo verde y lleno de vida sonidos y colores.

Las gentes de este pequeño pueblecito, conocían al ermitaño por historias que habían oído pero muy pocos de ellos podía hablar de que lo habían, tan siquiera, visto.
Uno de los habitantes, le vió entrar en el pueblo y rápido se dirigió a darle la bienvenida entusiasmado.
Enseguida se dió cuenta de que el anciano llevaba unos quesos atados con cuerdas y sin perder un instante le dijo al anciano:

- Vos sois el honorable anciano que vive, allá en lo alto de esta escarpada montaña, ¿verdad? ¿Qué hace que nos hagais esta tan agradable cómo inesperada visita?

Entre tanto unas pocas personas se amontonaban detrás del joven, cuchicheando y el anciano Ermitaño, rompió su silencio en una carcajada. Hacía mucho que no hablaba...

- No soy tan honorable amble joven, pero os lo agradezco - se quejo entre risas- dejarme presentarme y deciros que hago aquí. Me llamo Jalh y como bien sabeís, vivo en una cabaña en lo alto de esta montaña. Entre mis quehaceres me dedico a hacer quesos, y tras mucho tiempo he decidido traer algunos y así poder cambiaroslos por arroz y vino, que es sabido que abundan por esta hermosa parte de la montaña.

El joven se alegró y dijo complacido:

- Me alegra lo que decís, Jalh. Mi nombre es Lu Xuen, si sois tan amable de seguirme os llevaré a mi casa donde podremos hacer el intercambio.

Una vez en la casa de Lu Xuen, Jalh pudo probar el vino mostrandose realmente entusiamado. Pasaron unas cuantas horas bebiendo el vino de Lu Xuen y comiendo el queso de Jalh, fue un rato en el que estubieron absolutamente despreocupados y no paraban de reír y de contarse historias.
Inesperadamente, el rostro adornado hasta ahora de un ligero tono rosado del anciano Ermitaño, se sumió al instante en una absoluta sobriedad y este, con un tono grave y severo le dijo a Lu Xuen que se tenía que marchar.

Tras despedirse, Lu Xuen se quedo en la puerta de su casa viendo marchar al Ermitaño, con un saco de arroz atado a una cuerda y caminando a un paso ligero. No había dejado de sorprenderle ese cambio de aptitud tan repentina, y ante la negativa del anciano para quedarse no tenía otra opción que despedirle. Lo que le preocupaba realmente a Lu Xuen, era el angosto y peligroso camino que le esperaba, más con el crepúsculo al hacecho.
Finalmente, el Ermitaño desapareció en el horizonte y Lu Xuen volvió dentro de su casa.
Lo que Lu Xuen ignoraba, y el Ermitaño Jalh también, esque uno de los cerdos que este tenía junto a su casa le vió observar en la puerta como se alejaba el Ermitaño. Conmovido el cerdo por la expresión de su amo, sin pensarselo dos veces se las apañó para salir del cerco en el que estaba y comenzó a caminar hacia el horizonte.

Las estrellas brillaban ya en lo alto del despejado azul oscuro del cielo, para entonces el Ermitaño entraba en su casa. Tras dejar el arroz y preparar y comerse un tazón, salió a echar un vistazo al cielo.
Volvía a estar en silencio, la calma y belleza del lugar en el que estaba le hacían sentirse satisfecho. Y tras pasar un largo rato mirando al cielo, volvió a meterse en su cabaña y se durmió.

Y así otra vez continuó sus quehaceres diarios, todos los días eran exactamente iguales, se levantaba temprano, meditaba en silencio antes de que saliera el sol, alimentaba a las cabras con los matojos que encontraba y recogia su leche para hacer queso. Luego cortaba leña para hacer fuego, volvía a meditar en silencio, se lababa en el nacimiento de un riachuelo y observaba las estrellas. Siempre en silencio.

Pasaron varias semanas, el anciano Ermitaño se encontraba meditando en silencio en su cabaña, pues era por la tarde. Toda la montaña se andaba sumida en una sosegada calma y en un riguroso silencio. La meditación del anciano Ermitaño Jalh era rigurosa y perfecta que ningún ser de la montaña se atrevía a romper tal silencio... ¿O tal vez esta tarde fuera distinto?

Justo ese día el cerdo que salió de la casa de Lu Xuen había encontrado el camino. ¿Cómo? Nadie lo sabe, pero lo cierto esque de forma ruidosa y apresurada se precipitó hacia la puerta de matojos que constituían su único obstáculo y se plantó frente al Ermitaño y comenzó a gruñirle insistentemente y cómo un loco.

Jalh sin embargo no movió un musculo. Ignoró completamente al cerdo y apretando fuerte los dientes continúo sentado. El mismo sabía que nada podía hacerle mover ni inmutarle cuando estaba meditando en silencio así que el cerdo no iba a causarle el menor problema.

El cerdo, indignado, comenzó a dar golpes con su hocico al Ermitaño mientras gruñía más y más fuerte. Pero aún así el Ermitaño continuaba impasible y el cerdo, insatisfecho, salió del interior de la cabaña. Pronto, un ruido estremecedor rompió de nuevo el silencio imperante, pero el anciano Jalh no se inmutó.
Fuera de la cabaña el cerdo se las había ingeniado para romper el bidón donde el Ermitaño conservaba el agua y no tardó ni un segundo en ponerse a guarrear y a gruñir cuanto pudo.

Justo cuando aparecía el crepúsculo Jalh el Ermitaño finalizó su meditación y se levantó con una cara, que si hubiera sido de ira el cerdo hubiera tenido mucha suerte, lo que la hacía peor era el semblante tranquilo y pacifico del Ermitaño, que reflejaba una expresión aterradora. Cómo la de un mar en calma, mientras espera a que te adentres, para estallar en tormenta mortal, pero a la vez.

Eso, por supuesto, no hizo al cerdo inmutarse y siguió guarrendo y gruñendo bajo la atoníta mirada de Jalh, que intentó tener sangre fría, pero el cerdo fue tan insistente que finalmente el Ermitaño rompió su silencio gritando: ¡¡¿Porqué?!!. El cerdo paró al instante, casi parecía que estaba satisfecho, incluso que sonriera por ridiculo que pueda parecer decirlo.

Pero pasó que tras unos instantes, el cerdo volvió a su guarreo y su insoportable gruñir, cosa que hizo al Ermitaño echarle a patadas furfullando repetidas veces infames palabras. Pero de todas ellas, la unica que le hacía tomar atención era Porqué, el Ermitaño se dió cuenta de eso y finalmente entre Porqués, consiguió alejar al insidioso cerdo.

El Ermitaño volvió entonces a su cabaña y pasó el resto del dia tranquilo. Y justo cuando más relajado estaba el Ermitaño, más afanado estaba Porqué, el cerdo. Se dedico a comer todo lo que veía por las escarpadas montañas, deborando matojos y cualquier cosa que le resultara apetitosa, dentro de la escasez de la zona.

Así pasó que cuando al día siguiente Jalh salió para recoger matorrales para las cabras, tan sólo encontró al cerdo tirado descansando, como aquel que se acaba de dar un buen festín. Jalh armó en colera y agarró con fuerza del rabo del cerdo Porqué y lo llevó arrastrando hasta donde estaban las cabras para mostrarles al culpable de que no tubiera matojos para darles.

Con esto, el Ermitaño Jalh rompió su silencio diciendo.

- He salido temprano como todos los días, sin decir palabra alguna, pero este cerdo se ha empeñado en hacerme la vida imposible y después de molestarme ayer en mi meditación, hoy se ha comido todo lo que se ha encontrado y a causa de ello no os he podido traer nada.

Las cabras le miraban como si la cosa no fuera con ellas, a fin de cuentas, son cabras. Asi que, resignado, soltó al cerdo Porqué y recogió la leche que necesitaba.
El cerdo pasó todo el día haciendo todo cuanto podía por molestar al viejo Ermitaño. Y tras levantarse de la meditación de la tarde, decidió atar al cerdo para que se estubiera quieto, pero este seguía gruñendo insistentemente.
La calma retorno al Ermitaño, cómo si hubiera visto la luz, y rápido sentenció:

- El silencio volverá a reinar en esta montaña.

Y si mediar palabra alguna cogió su hacha de cortar madera y le asestó tal golpe al cerdo llamado Porqué, que su cabeza cayó con un corte perfecto.
Desconozco lo que hizo el Ermitaño Jalh con el cerdo, lo que nadie puede dudar esque la calma y el silencio volvieron a reinar en su montaña.

domingo, 27 de enero de 2008

Agonía púrpura (Crónicas invernales IV)

93! Salúd, queridos niños y niñas que os adentrais de nuevo con pasión en http://www.ming-i.tk (La luz estelar que se cierne).

Para hoy os tengo reservado algo muy especial, cómo saben mis amigos, y aquellos que me conocen desde hace tiempo, hace unos años escribí una serie de poesías, entre las que se encontraban mis "Crónicas Invernales", que constaban de tres partes independientes pero unidas.

Desgraciadamente, cómo de la mayoría de mis poesías, no guardo copia, a excepción de la primera parte, y he de esperar a que algún amigo o amiga amablemente me las proporcione; pues debido a un error informático se me borraron hace tiempo.

Pero esta mañana de domingo 27 de enero de 2008 (e.v.) me he puesto a escribir y casi sin querer ha nacido "La agonía púrpura" la cuarta parte de las crónicas invernales. Sigue en la misma línea que las anteriores, ¡pero esta vez está escrita en prosa! Me parece una forma estupenda de seguir relatando ese amor bajo voluntad que vence las barreras del tiempo y del espacio...

Asi que sin más preámbulo, os dejo estas dulces palabras escritas para vuestro deleite... Con todos vosotros, amad@s mi@s...

Agonía púrpura (Crónicas Invernales IV)

Hace ya varios meses, sin duda ha pasado más tiempo del que yo quisiera, hay una idea que me ronda incansable por la cabeza y que no me abandona...
No quiero que lo haga tampoco; y desde que me dí cuenta... Digamos que no sé muy bien como sentirme, por un lado me odio y me maldigo intensamente, por el otro, me reconforto en el conocimiento que me ha proporcionado y quiero pensar que si no lo hubiera cómetido nunca hubiera llegado al entendimiento que tengo hoy.
No volveré a dejarme cometer un error de tal calibre, si esque fue un error, y aunque su herencia me haya enseñado una valiosa lección, no puedo dejar de pensarlo, ¡"craso error", "craso error"!. Cualquier persona con dos dedos de frente me dirá, "no te preocupes, es algo normal, puede pasarnos a cualquiera". Pero no, a mi no. Me niego.
Por un lado sé que aún no es tarde, no todo está perdido y sólo tengo que tener paciencia. ¿Acaso es mí castigo? ¿Cabe la posibilidad de que no tenga derecho a equivocarme? Estas preguntas no tienen nada que ver y están fuera de lugar. Pero pueden ser contestadas, la primera explica la segunda, cuyas respuestas son opuestas. Si, es mi castigo, ¡pero atención! quién se impone ese castigo no soy otro que yo; no se trata de obrar bien o mal, es irrelevante, se trata de obrar cómo tengo que obrar, según mi voluntad. Por esa razón, no, no tengo derecho a equivocarme, sólo tengo derecho a cumplir esa voluntad. Parece sencillo, ¿verdad?

¡Maldita sea! ¿Sabes las trampas con las que se ha ido encontrando mi voluntad a lo largo de tantos años? ¿Y las dificultades que he tenido que soportar y superar para seguir avanzando? Siempre en silencio, sin rechistar, con una calma y una paciencia a prueba de sufrimientos, sin molestar a otros, que aparte de consuelo, no hubieran podido hacer nada por solucionar la cuestión o no la hubieran entendido. No me consueles, ¿acaso piensas que serviría de algo? para solucionarlo no, insisto. ¿Alguna vez viste que perdiera la sonrisa, aunque por dentro me sintiera muerto y el dolor perforara mi alma? Siempre me esforcé en no perderla, aunque fuera sólo para poder brindartela y que coloreara con tonos brillantes y vivos un dia gris. Aunque fuera mentira...

Pero hoy, antes de volver a sumergirme bajo el abrazo del silencio, por un momento quiero romperlo. Quiero que mi rugido haga temblar el universo por un instante, y si me aguantas la mirada por unos segundos y miras con profundidad en mis ojos podrás leer que nunca, jamás, volveré a ser tan estúpido. La cuestión que estoy intentando aplazar para no contarte, y de la que sólo estoy desvelando pequeños fragmentos, es la siguiente:

La voluntad, la mía o la de cualquier otra estrella, se mueve en una dirección determinada. Durante su camino constantemente es agobiada y tentada por miles de distracciones y distintas direcciones para hacerla desviarse de su objetivo. No siempre dislumbra su senda con la suficiente claridad y a veces se dispersa, esos son los verdaderos demonios a los que se enfrenta y tiene que salir triunfante, sencillamente porqué es así como ha de ser.
En muchas ocasiones he advertido que la infelicidad de muchas personas reside en que sus voluntades varían constantemente su dirección y se dispersan, si tan sólo no hubiera sido tan osado y tan arrogante de pensar que yo no sería presa de tal vicisitud...

Sin embargo, caí, o más bien me tiré. De forma tan estúpida cómo si una gacela le brindara su cuello a un león y con toda la seguridad del mundo le dijera "vamos, muerdemé"... Sabía perfectamente a donde me llevaban mis pasos, y era alli a donde quería llegar. Ante mi se abría un camino que me llamaba silencioso, tal vez ignoraba que me llamaba a mi, pero yo reconocía esa llamada y quería recorrerlo. Era cómo si, después de mucho tiempo, por fin hubiera encontrado ese camino. Una tenúe luz en su fondo me indicaba que era el que yo quería, el que durante tanto tiempo me había frustrado silenciosamente por no encontrar. Y ahí estaba, manteniendo su posición, callada y espectante, pero cada vez que daba un nuevo paso, parpadeaba aumentando ligeramente su intensidad, cómo si quisiera decirme "no te rindas, sigue".

Cómo te decía, sabía perfectamente a donde me llevaban mis pasos... Me había planteado un objetivo del que pensé que no habría distracción que pudiera alejarme... ¡Necio! ¡Ignorabas por completo los bellos disfraces con los que se visten los demonios! Asi pues, avanzaba seguro en la dirección que me había propuesto, o eso creía, pues no hizo falta más que una distracción para hacerme olvidarme por completo de a donde me dirigía. Tan sólo fue un fogonazo que se cruzaba en mi camino, pero para mi fue cómo si "algo" me hubiera girado. Para ser más exacto diré que fue como si yo fuera una veleta que apuntaba al este y un golpe de viento me hubiera hecho apuntar hacia el oeste.¿Y te puedes creer que encima me pareció algo hermoso? ¿Qué paradojicamente creí que había avanzado en mi camino, cuando me había alejado de él? Hubo quienes quisieron advertirme, pero yo me encontraba muy seguro, y bajo esa circustancia poco se puede hacer para pararme.

Juro por el amor de Nuit, por mi secreto centro, mi corazón y mi lengua, que apesar de saber que había cambiado mi dirección lo tomé con alegría convencido de que estaba alcanzando mi destino...El camino del oeste era hermoso, pero brillaba con tanta intensidad que cegó mis débiles ojos impidiendo que viera la luz que perseguía en un principio y su calidez me invitaba a relajarme, a disfrutar sin importarme las consecuencias ¡Qué impropio de mi!
A cada nuevo paso por el camino del oeste, avanzaba valeroso a través de las zarzas e indicaciones que me advertían que volviera atrás. Pero esas zarzas se hacían a un lado ante mi voluntad y yo avanzaba confiado, gozoso... Y no hice otra cosa que relajarme y disfrutar. En realidad lo abandoné todo. Supongo que entenderás que estaba cansado y necesitaba un respiro, necesitaba sentirme normal por una vez... ¡Era inecesario, ya lo viví y decidí que eso no era para mi, que quería hacer las cosas a mi modo! Así que durante ese tiempo no fuí realmente dueño de mi mísmo. Y cuando, recorriendo la senda del oeste, habiendo olvidado la senda del este, desde las entrañas de mi ser surgió un malestar que me hacía hundirme inexorablemente, sin entender que era lo que lo causaba porqué lo había olvidado, intenté desesperadamente aferrarme y no soltarme, pero mientras le ponía más intensidad más me hundía y no acertaba más que a emitir un ahogado grito de auxilio que no encontraba respuesta, justo cómo si fueran arenas movedizas.

Lo que vino después fue muy duro. Me surmergí de lleno en la más profunda depresión por la que jamás he atravesado. Menos velada que en otras ocasiones, más vulnerable que nunca, sólo yo sé por la aridez y obscuridad que atravesó mi alma. Y el climax que alcanzó cuando, en la primera noche de ming i, en la soledad e inmensidad del universo, su figura de destellos púrpuras y negros adoptó la posición fetal y se contrajo hasta el infinito; para luego rebotar y expandirse hasta el infinito aportandome calma... Para mí, fue cómo morir y volver a nacer y no pienso entrar en más detalles sobre ese hecho.

Quisé retornar a la senda del este, pero a lo lejos sólo veía obscuridad, la ténue luz del este se encontraba extinta, o yo me encontraba demasíado lejos para divisarla... Y nuevamente la confusión me arrastró al camino del oeste. Pero esta vez, las zarzas me rechazaban y herían una y otra vez expulsandome de nuevo al vacio. Tube que reflexionar mucho y poner lo mejor de mí para dominar la situación.

Desfallecí, volví a quedar moribundo echado en la nieve... ¿Nieve? Mi arqueado cuerpo corvo por el amor se levantó denuevo y en mi rostro se dibujó una sútil sonrisa mientras que la ventisca lo golpeaba, obligandome a apenas mantener mis párpados entornados... Ninguna brilla a lo lejos, pero no olvides querida, que yo también soy Ninguno, y que, nuevamente... te alcanzaré...

¡Soy el eterno búscador!
El extasís más puro me espera,
Bajo la copiosa lluvia de los besos de Nu,
Amada mía...

¡Soy el eterno búscador!
He atravesado la agonía púrpura,
querida, ¡Aúm!
La llama de mi corazón está de nuevo encendida.

¡Soy el eterno búscador!
Ahora ella me guía, arde intensa y pura,
Pronto nuestras almas volverán a fundirse en una,
(¡No, en Ninguna!)
Vuelvo a oir el canto de los lobos en la lejanía...

Daniel C.I. 93 93/93


martes, 27 de noviembre de 2007

27 de agosto de 2007

Hola de nuevo!!! me he tirado bastante sin postear asi que hoy toca doble post xd

Aunque en este no me voy a enrollar mucho, sólo quiero poner algo que escribí ese dia, 27 de agosto de 2007, no recuerdo muy bien que lo inspiró, pero espero que sea de vuestro agrado... Qué lo disfruteis ^^ Salud

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Hubo un tiempo en el que podía apreciar la infinidad de colores y
sensaciones que venían a mi en multitud de direcciones distintas.
Juntas, formaban los paisajes más bellos que he llegado a imaginar. Algunos
eran comunes a los ojos del espectador despistado, pero cuando los mirabas
con atención y observabas sus matices, su conjunto te envolvía en una dulce
embriagüez.

En una ocasión, recuerdo un océano de calmada fiereza, que emitía destellos
intermitentes en momentos cortos, interrumpidos y desdibujados por los
movimientos del oleaje.
Y a su vez danzaban creando nuevas formas, destellos de luz jugando al
escondite con el agua. Coronando las crestas de sus olas.
Eché la vista al cielo. Calmado, azul claro y sin nubes. No recuerdo si vi
el sol, pero estaba ahi, pues sus rayos llegaban a todas partes.
¡Qué inmensa sensación envolvió a mi sentidos! Todo relucía en su justa
armonía.

A decir verdad, por un instante me atrevería a asegurar, y sin temor a
equivocarme pues es cierto que puede existir cierta subjetividad por mi
parte, que el tiempo se paró y a su vez me resultó un momento eterno. Que
aún perdura, fresco y nitido en algún lugar de mi memoria. Y aunque ande
perdido, cada vez que necesito que me levante el animo retorna a mi.

Lo siguiente que recuerdo a esto, fue un gran iceberg del polo norte. La
majestuosa montaña de hielo se mantenía hermosamente firme al rededor de
otros casquetes más pequeños.
Nadie me puede discutir que era un espectáculo hermoso, aún teniendo en
cuenta su quietud.
Observé extasiado, quien sabe por cuanto tiempo, como intentaba llegar al
cielo, pero sin preocuparse si lo conseguía o no.

De repente, unos espasmosos movimientos bajo el agua, a saber como fueron
provocados, empezaban a hacer que del iceberg calleran ráfagas de hielo
descongelado, casi como si fuera polvo.

El Sol en lo alto vigilaba todo el proceso. Silencioso, espectante, al igual
que yo.
Ambos observamos como el iceberg se partía, primero en dos y luego en mil
pedazos que se perdían entre las aguas.

Quise gritar, pero mi ser acayó el sonido y entonces miré al sol. No obtuve
respuesta, pero su silencio me lo dijo todo.
Él no se molestó en hacer nada por ese bello bloque de agua congelada.
A decir verdad yo tampoco, y en ese momento, al igual que ese iceberg, mi
corazón se rompió en mil pedazos.

Ni siquiera tube un momento para reaccionar. Las aguas se volvieron
tremendamente rápidas y turbulentas. Aún así estaban gélidas como el
desierto de la media noche. Y arrastraron mi cuerpo, con su enfurecida
corriente, hacia el sur. en un viaje de desconocido destino...

Se hizo la oscuridad, no se donde estoy, posiblemente perdí la consciencia
pero...
Nada, me envuelve totalmente, que silencio, cuanto frio hace aquí, si esque
estoy en algún lugar que exista.

¿Qué es eso que escucho a lo lejos? Un sonido débil, pero constante; como el
baile enajenado de los amantes que sólo ellos entienden. Cómo sístole y
diástole, lejano, lento, seguro y sublime...

Hago un esfuerzo por moverme, sé que me consigo mover porque noto el
movimiento pero al mismo tiempo tengo la sensación de estar quieto.
Pero todo eso carece de importancia para mi en este momento. Sólo quiero
acercarme a ese sonido, poder acariciarlo de cerca con mis sentidos.

Asi que únicamente dejo que su retumbar me guie para alcanzarlo, al
principio débil y lento, pero cada vez se va haciendo más fuerte y
rápido... ¡es tán intenso!

Hasta que, por fin, llego a la fuente, origen de tan maravillosa armonía.
¡Que luz, que belleza más intensa! Lo que estoy viendo ahora no tiene
descripción alguna, aunque puedo resumirla con dos palabras, incluso con
una... (eres tú, amor mio...)

Pero según estoy deleitandome con tal perfecta sensación me doy cuenta de
que se me había olvidado respirar.
Entonces tomo una inhalación profunda y desesperada, me agarro a la vida, y
despierto.
¿No creés que merece la pena seguir viviendo? ¿Aunque sólo sea para volver a
perderme de nuevo en el infinito oceano de tus maravillosos ojos?

Todo esto pasó en un instante en el que tu mirada se fundía con la mía.
Ambas se fundían con alegría. Y ahora, hecho de menos aquellas cosas que me
pierdo cada vez que no encuentro tu mirada; la busco constantemente, en el
cielo, en la tierra.
Incluso en las estrellas, antes brillantes, que ahora se me antojan
apagadas. Y en los árboles y flores que gritan bien alto reclamando que se
reconozca su gran belleza.

Las admiro, y ciertamente se lo merecen, pero eso no me consuela.
¿Existe algo que pueda hacerme vibrar como esa luz que escapaba de tus ojos
cuando, al mismo tiempo de tus labios el viento que se escapaba me decía: Te
quiero?

Acaso, quieres que espere que algo así ocurra? Si existiera, no lo quiero.
No me cierro pero soy consciente de que eres tú, y no ninguna otra cosa en
el universo, la fuente de mi deseo.

Ayer, hoy y mañana, por la inmensidad de este momento eterno y de este amor
que ha vencido al tiempo...

Lunes, 27 de agosto de 2007 e.v. 21:02 horas, en Madrid...
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Nos vemos pronto. Dosune, Simple Dani