Desde la luna de Oonderon II

Sed bienvenidos de nuevo a "la luz estelar que se cierne" Do Su Ne os saluda.

Nos encontramos de nuevo sobre la luna de Oonderon, en una de sus caras, sobre una montaña formada pacientemente durante siglos por los asteróides acumulados al chocar por la superficie. Curiósamente muchos de ellos se acumularon en ese mismo lugar. Sobre ella está la Gran Bestia, silenciosa y observante. Tiene la mirada puesta en el cielo, el espectáculo es realmente glorioso. Desde este punto de la luna puede observarse a las estrellas expandiendose por el infinito como un abanico indescifrable y misterioso. Pero me doy cuenta de que la Gran Bestia tiene puesta su atención en el sol del propio sistema.
No se como se puede quedar tanto tiempo mirandolo fijamente y como esque está tan tranquilo, y sin embargo me da la impresión de que hace pequeños movimientos con sus ojos. Y una vez más vuelvo a entender a la Gran Bestia, a pesar de su complejidad, realmente no es el sol lo que observa, si no el danzar sigiloso tras la distacia de las pequeñas erupciones que se producen en su interior.
Parecen como peces saltarines que salen del agua para volver a introducirse en ellas, pero es todo fuego intenso, a veces más claro y en otras ocasiones mas oscuro pero mantiene su forma.
Me disperso por un segundo y echo una mirada panorámica al cielo estrellado, a lo lejos, parecen formarse unas nubes, que parecen cargadas y cada pocos minutos emiten unos flasazos que las tiñen de colores púrpureos y rojos.

Justo cuando empiezo a descender por la montaña dejando a la Gran Bestia a lo suyo, escucho un gran estruendo... un gruñido...
Tengo que agudizar mis reflejos para taparme la cara con el antebrazo y que asi no me entre polvo en los ojos. De nuevo el silencio se hace dueño de la zona.

Estoy estupefacto, un gran meteoríto acaba de colisionar en la montaña, justo en el lugar en el que se encontraba la Gran Bestia. Me abro paso entre la nube de polvo que va esparciendose lentamente por el suelo, mis pisadas provocan pequeños saltos de la arenilla que se coloca en la superficie rápidamente.

Al llegar cerca del lugar donde ha caido el meteorito, las rocas partidas muestran la desolación y lo violento del choque, pero sigue habiendo un gran silencio. Un fuerte rugído no tarda en romper esa calma reinante y las rocas empiezan a temblar y a chocar entre sí.

Entre ellas, la Gran Bestia se alza de nuevo con una furia desgarradora que finaliza con dos fuertes pisadas en las rocas que hacen que se levante aún más polvo. Esta vez, no sólo tengo que taparme la cara si no también tengo que agacharme y agarrarme con la otra mano a la superficie pues la nube se expande con fuerza.

Mientras tanto escucho un aullido estremecedor, es largo y prolongado, pero no soy capaz de distinguir la emoción que emana de su interior. Sólo puedo apreciar su intensidad, creciente, grave, gutural, brutal...
Y al acercarme a él, aprecio que está totalmente bañado en sangre, la gravedad de sus heridas es notable, pero se mantiene en pie aullando sin descanso. No puedo evitar preguntarle "¿estás bien viejo amigo?" pero la Gran Bestia no contesta.

Sólo cesa su aullido, y todo su cuerpo parece relajarse, más lejos de desplomarse aparta su mirada de las estrellas y gira su cuello mirando hacia el suelo, examinando las rocas que yacen a sus pies. Me mantengo espectante a su lado sin dejar de mirarle fijamente, La Gran Bestia me devuelve la mirada y...

Esos ojos... ¿Se habrá vuelto loco? ¿Qué pretendía colocandose a posta en un sitio tan peligroso? Esos ojos...

Brillan como fuego, casi me parece ver el fuego danzante del sol que antes admiraba en silencio, algo le ha cambiado, la llama eterna esta en su interior. Clava su mirada impactante en la mia y acerca su cabeza despacio. Me recorre un escalofrío por primera vez desde que conozco a la Gran Bestia pero me mantengo inmovil, y cuando su cara está a pocos centrímetros de la mia, se detiene y emite un gruñido hacía mi que me hace caer al suelo. Ambos no podemos evitar reírnos al unísono. De alguna forma la Gran Bestia está contenta a pesar de tener todo el cuerpo lleno de heridas, supongo que tal vez no le duelen. De lo que estoy seguro es de que ese impacto le ha enseñado algo que no podía aprender mirando al cielo.

De un salto abandona la montaña y mientras me levanto con una sonrisa le veo alejarse hacia el interior de la luna de Oonderon...

Do Su Ne